Estructura financiera del emprendimiento social
Uno de los mayores retos de los emprendimientos sociales, tanto en el Perú como en el mundo, es el de convertirse en negocios rentables. Al tratarse de negocios bajo un modelo relativamente nuevo, el ecosistema de emprendimiento social sigue desarrollando estrategias y fuentes de financiamiento, así como de acceso al crédito.
En nuestro país existen algunas plataformas, como Kunan y Sistema B, que se están encargando de dar asesoría financiera, así como opciones de financiamiento, a emprendedores sociales. No obstante, el crecimiento del número de estos emprendimientos está en aumento y, en consecuencia, la competencia para captar recursos es mucho mayor. En ese sentido, un instrumento que permite ordenar las finanzas, y por lo tanto obtener beneficios, es la estructura financiera.
¿Cómo funciona una estructura financiera?
Una estructura financiera se define como “la combinación de deuda y capital que una empresa utiliza para financiar sus operaciones”, explica el sitio Investopedia. Dos palabras son claves: deuda y capital. Dado que el objetivo principal de toda empresa es obtener beneficios, un emprendimiento debe disponer de recursos que le permitan asumir los gastos asociados a su actividad. Así, de la estructura financiera dependerá en gran medida que la organización pueda o no conseguir sus objetivos.
Usemos un ejemplo: digamos que tienes un emprendimiento social dedicado a mitigar la escasez de agua en algunas zonas de Lima. Ya estableciste tus objetivos, tu público beneficiario, el problema que quieres abordar y ya formalizaste tu empresa. Existe mucha voluntad y trabajo en equipo, pero tu capital inicial se está acabando poco a poco. Ante este problema, tienes distintas opciones.
- Fuentes internas de financiamiento – Es la primera fórmula a la que sueles acceder. Se trata de una forma de “financiamiento interno” o de autofinanciamiento, es decir, tú y tus socios usan su propio dinero. Estos fondos suelen ser limitados.
- Fuentes externas – Es prácticamente imposible que una empresa pueda funcionar únicamente con fuentes de financiamiento propias. Lo más habitual es recurrir al sector bancario, por la vía de préstamos y créditos. Sin embargo, hoy en día hay otras alternativas como el crowdfunding (como Kickstarter y otras) o el micromecenazgo (plataformas como Patreon, que permiten armar “paquetes de servicios” por sumas suficientemente pequeñas para que personas individuales inviertan en tí).
Más allá del origen de los fondos y de la clasificación de las fuentes de financiación, está claro que tener clara la estructura financiera es fundamental para que un emprendimiento social pueda prosperar.
¿Cómo crear una estructura financiera?
Para resumir, una estructura financiera es un balance de ingresos y egresos. No existe una fórmula fija para crear una, pero una forma sencilla es poner sobre papel cuáles son las fuentes de ingreso que recibe tu emprendimiento y cuáles son sus orígenes.
Para ello, sirve de mucho tener claro cuánto de ese dinero proviene de préstamos (así como su tasa de interés), cuánto es de donaciones y cuánto proviene de ventas directas o servicios ofrecidos. A la vez, permitirá conocer cuánto de este dinero se gasta al mes en conceptos como alquiler de un local, sueldos, impuestos, etc.
Una estructura financiera ordenada no sólo te permitirá conocer con cuánto capital cuentas para generar tus productos o servicios, sino también con cuánto contarás en el futuro para pivotar, organizarte y, eventualmente, escalar.
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