¿Qué tan innovador debe ser mi producto o servicio?
Este debe ser el cuestionamiento más recurrente que todo emprendedor se hace antes de lanzar un producto. ¿Qué tan novedoso debe ser mi producto para que tenga éxito? Intentemos responder esta duda.
En el mundo del diseño industrial existe un principio llamado “El Principio M.A.Y.A (Most Advanced, Yet Acceptable, por sus siglas en inglés)», lo que en castellano sería “Lo más avanzado, pero aceptado”. Este principio ha sido aplicado a marcas que son íconos en el mundo empresarial, entre quienes destacan Coca-Cola, con el diseño de su botella, y el logo de Shell Oil, entre otros.
Hacer algo avanzado, pero aún aceptado, es un reto no menor. Es llegar en el momento preciso con una propuesta de valor que encaja en las necesidades actuales de un cliente. Es el punto en el que se une un producto novedoso, con la forma de pensar en el presente, de un determinado público objetivo.
Por naturaleza, cuando queremos emprender, lo primero que hacemos es mirar qué hay en el mercado, qué está haciendo la competencia y qué de “diferente” podemos hacer nosotros para captar la atención de nuestros potenciales clientes. Este razonamiento no está mal, pero muchas veces nos encierra en sobre pensamientos enfocados en una necesidad, imperante, de ser los diferentes en el mercado como única receta del éxito. En mi opinión, un producto o servicio masivo, sencillo, con aceptación, con una propuesta de valor ya validada por la competencia, pero con procesos, empaque, estilo de gerencia, mindset u operaciones con un componente innovador, puede ser más rentable que horas de horas buscando la diferenciación del producto final. Recuerda que un producto innovador tiene un riesgo más alto de aceptación en el mercado, que un producto ya aceptado; esto por la curva de aprendizaje y los esfuerzos en inversiones en marketing que se deben desplegar para su aceptación, compra y recompra.
La mejor recomendación es innovar teniendo conciencia plena y conocimiento del presente, y no innovar pensando en necesidades que aún no se manifiestan; descuidando el presente, que es el momento en el que se encuentran las necesidades de tus potenciales clientes. ¿Qué quiere decir esto? Que debes desarrollar productos que una gran masa de gente ya conozca o se encuentre familiarizada, incluyendo una sana obsesión por resolver las necesidades actuales de tus clientes; pues muchas veces pecamos construyendo productos tan innovadores, que no tienen mercado en la actualidad o que aún requieran un tiempo prudente para que el mercado madure y acepte como suyo dicha innovación. Ejemplo: Los Google Glass y el Newton PDA de Apple. Estos son dos ejemplos de productos que llegaron en el tiempo equivocado. Ejemplos de productos que fueron más allá de lo que las personas necesitaban en dicho tiempo.
Esta no es una carrera por quién, necesariamente, es el más innovador: esta es una carrera por quién lo hace mejor, más rápido, a menor costo, y que sabe usar la tecnología disponible de manera más creativa. Muchas veces la innovación más rentable e impactante, se encuentra al interior de las empresas, es decir, en lo que el cliente no ve.
Entonces ¿qué tan innovador debe ser mi producto para que sea aceptado? Lo suficiente para satisfacer las necesidades actuales y principales de mis clientes potenciales, por los que están dispuestos a pagar. Hay que enfocarnos.
No te mates creando productos que nadie está listo para consumir: mejor crea productos que todos consuman y comienza innovando desde adentro hacia afuera y no al revés.