De UPC al Banco Mundial: El sueño hecho realidad de Ariana Melchor
«Una mañana de septiembre, bajo el cielo primaveral de París, ingreso a mi primera clase en Sciences Po, una de las mejores universidades del mundo. Llevo un café y un croissant en la mano, y estoy lista para aprender«, escribí en mi pizarra, como si mi sueño ya se hubiera cumplido, muchos años antes de poner un pie en Francia. Entonces, a mucha gente le costaba creer que podría lograrlo, pero no a mí.
Ya entonces era estudiante de Comunicación e Imagen Empresarial en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Había elegido esta carrera porque reunía lo mejor de dos mundos: comunicación y negocios. No obstante, durante mi segundo año de estudios, tropecé con un folleto mientras imprimía documentos. «Join the UPC Harvard National Model United Nations Team», decía, en letras grandes. No podía imaginar que ese sería el inicio de una gran aventura internacional.
Mi aventura comienza
Ya sea por casualidad o curiosidad, terminé uniéndome al equipo de UPC MUN luego de un examen dificilísimo que incluía preguntas de geopolítica, economía, relaciones internacionales y muchos otros temas que siempre me habían llamado la atención. Así pues, un año más tarde, en 2016, hice mi primer viaje internacional a Harvard con la delegación de mi universidad para debatir en el Human Rights Council. Fue, en verdad, una experiencia reveladora. Primero, porque descubrí que aquellos temas me apasionaban. Y, segundo, porque vi que allá afuera había posibilidades que hasta entonces yo no conocía.
El primer paso para alcanzar mi sueño fue elaborar un vision board con figuritas en una pizarra de corcho. Así, podía visualizar mis objetivos profesionales de manera gráfica y no perderlos de vista.
Por un momento, pensé que debería haber estudiado Ciencias Políticas, Economía o Derecho, y que tal vez no estaba en la carrera correcta. Afortunadamente, la sabiduría de un profesor me ayudó a reflexionar y ver más allá de mis fronteras. ¿Qué instituciones hacen el trabajo que a ti te gusta? —me preguntó—. El Banco Mundial —le dije, sin dudarlo—. ¿Y tú crees que el Banco Mundial no necesita a expertos en comunicación e imagen empresarial que tengan un background en todos aquellos temas que te apasionan?
Hasta ese momento, yo pensaba que al terminar mi carrera solo podría dedicarme a las comunicaciones desde la perspectiva tradicional del manejo de medios, según los estereotipos sociales y el glass ceiling (techo de cristal) de mi entorno. Pero, por primera vez, me atreví a mirar más allá de los límites. Así, decidí terminar mi carrera en UPC y trabajar con disciplina para desarrollar el perfil profesional y las habilidades que necesitaba para llegar a donde yo quería: el Banco Mundial.
Mi vision board
Por tanto, me tracé una nueva meta: ingresar a una de las tres mejores universidades del mundo para continuar mis estudios de postgrado en política. Punto. Ariana —me decían mis amigos—, ¿no estás siendo muy ambiciosa?, como si serlo fuera algo negativo. Ariana —me decía mi propio abuelo—, ¿para qué irte al extranjero? ¿Necesitas estudiar demasiado? Sin embargo, yo había tomado una decisión y estaba dispuesta a navegar contra corriente.
El primer paso para alcanzar mi sueño fue elaborar un vision board con figuritas en una pizarra de corcho. Así, podía visualizar mis objetivos de manera gráfica para no perderlos de vista. ¿Qué quiero? Ingresar a Sciences Po París. ¿Por qué? Porque quiero ser desafiada, quiero aprender y re-construirme. ¿Para qué? Para trabajar en una de las mejores organizaciones del mundo y contribuir al desarrollo internacional. Al lado de cada meta, escribí cómo me visualizaba en cada una de esas etapas y cómo quería sentirme.
La experiencia me ha enseñado que las oportunidades llegan tarde o temprano, pero tenemos que estar preparados para cuando se presenten y, sobre todo, dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos.
Sciences Po, allá voy
El segundo paso fue definir mi estrategia de postulación. Y, por último, empezar a trabajar en ello día y noche para superar los requisitos de admisión de estas universidades de élite. No fue sencillo, pero el esfuerzo valió la pena. La experiencia me ha enseñado que las oportunidades llegan tarde o temprano, pero tenemos que estar preparados para cuando se presenten y, sobre todo, dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos. La oportunidad llegó a mí luego de un año y medio de preparación, cuando Sciences Po me otorgó una beca para estudiar un Máster en Desarrollo Internacional. ¡Mis sueños empezaban a hacerse realidad!
La exigencia académica en Sciences Po Paris fue un reto enorme, pero mi esfuerzo valió la pena y me gradué Cum Laude. No obstante, aún me faltaba un sueño por cumplir, el más grande de todos: trabajar en el Banco Mundial. Y, si quería lograrlo, primero debía entrar al Global Internship Program (GIP), el programa de prácticas más difícil del mundo, pues recibe más de 5 mil aplicaciones al año para 35 vacantes, aproximadamente.
Mi sueño se hace realidad
En ese proceso, descubrí que también en Europa existen desigualdades y que un extranjero debe esforzarse 10 veces más que un ciudadano europeo para abrirse camino. A mí, por ejemplo, me costó mucho conseguir una pasantía solo por el pasaporte. Nadie me llamaba, ni siquiera las empresas más pequeñas, y mi autoestima estaba por los suelos. ¿Acaso mi perfil profesional era tan malo como para que nadie quisiera darme la oportunidad? Me negué a aceptarlo y seguí adelante. Finalmente, de todas las organizaciones a las que había postulado, solo una me contactó: el Banco Mundial.
Mi experiencia es una prueba de que la educación es un camino que abre miles de oportunidades, sin importar nuestro origen. Por tanto, aquellos que tienen el privilegio de estudiar una carrera profesional, deben utilizar ese privilegio para hacer algo por los demás.
El proceso de selección duró seis meses y fue muy duro. Pasé incontables entrevistas que podían durar hasta tres horas al día. Y, cuando me eligieron, no lo podía creer. Mi mamá no lo podía creer. Sin embargo, nada era producto de la casualidad. En realidad, yo me había ganado ese lugar con mucho trabajo. Estaba feliz. La pasantía en el Banco Mundial fue una experiencia de mucho aprendizaje y cuando finalmente se acabó, me contrataron. Han pasado dos años desde entonces y, en mi rol actual como Analista de Finanzas Climáticas, trabajo con los equipos regionales de Asia y Latinoamérica para catalizar oportunidades de negocios climáticos en el sector financiero.
A soñar en grande
Ahora, mirando al pasado, solo me queda agradecer infinitamente a UPC, pues me dio mentores increíbles que me ayudaron a tener una visión global de las comunicaciones y, sobre todo, me regaló la oportunidad de participar en diferentes programas internacionales que me permitieron llegar a donde estoy. Mi experiencia es una prueba de que la educación es un camino que abre miles de oportunidades, sin importar nuestro origen. Por tanto, aquellos que tienen el privilegio de estudiar una carrera profesional, sea en el Perú o en el extranjero, deben sentirse agradecidos y utilizar ese privilegio para hacer algo por los demás.
Y, para aquellos que persiguen sueños como los míos, me gustaría decirles que crean en su potencial y sean fieles a sí mismos, que sean humildes para aprender y que no dejen que nadie les ponga un techo a sus metas. Y, a las mujeres, les quiero decir que la gente nunca va a estar feliz con lo que hagan. Por tanto, elijan sus valores, tal como yo lo hice, y atrévanse a romper los límites que impone la sociedad. ¡Esa es la única manera de soñar en grande!