El Niño es inminente (OPINIÓN)
Escribe: Ing. Fernando Neyra, docente de la carrera de Ingeniería Ambiental de la UPC*
Importantes agencias de investigación internacional lo venían advirtiendo desde fines del 2022 con una alta probabilidad. La Organización Meteorológica Mundial ha anunciado que ya se tienen condiciones de El Niño en el océano Pacífico y, además, el mismo secretario general de esta organización ha indicado que se tiene una muy alta probabilidad de batir récords de temperatura y de activar un calor más extremo en numerosas regiones del mundo y en los océanos.
Esto no es una buena noticia, toda vez que faltan cerca de 5 meses para el inicio del verano, temporada estacional en la que las anomalías climáticas, que ya estamos sintiendo, se exacerbarán hacia condiciones que podrían ser extremas, originando precipitaciones intensas y continuas en la margen occidental de los Andes hacia el mar y periodos largos de sequías en la zona central andina y altiplanos.
Si bien el último evento Niño, calificado como moderado, ocurrió en 2017, se evidenció las altas condiciones de vulnerabilidad de poblaciones e infraestructuras, situación que lamentablemente no se ha revertido, sino que se ha agravado y que generará nuevamente destrucción de infraestructura, un inevitable retroceso en el aparato económico y pérdida de vidas humanas.
Definitivamente no hay tiempo para implementar medidas estructurales de prevención, por lo mismo que ejecutar estas implica estudios, presupuestos, contrataciones y ejecución. Por ello, es imperativo iniciar la activación de planes de contingencia y preparar la continuidad operativa de entidades del sector público y privado, además de velar por los activos críticos para no paralizar la economía.
Las eventuales precipitaciones y sequías, además de damnificados, destrucción y pérdidas ocasionarán:
- Desabastecimiento de agua, alimentos y productos de primera necesidad.
- Interrupción de servicios y aislamiento de poblaciones.
- Problemas sanitarios de abastecimiento de agua y colapso de desagües.
- Desplazamiento masivo de población afectada.
- Alta incidencia de enfermedades endémicas y vectores.
- Los escombros se incrementarán y agudizarán la situación de los rellenos sanitarios.
- Paralización de los flujos y dinámicas económicas cotidianas.
- Conflictos sociales y movilizaciones.
Los presupuestos públicos serán reorientados en atender la emergencia y una costosa rehabilitación lo cual supone postergar peligrosamente las perspectivas de desarrollo del país.
Se recomienda a las empresas implementar urgentemente sus medidas de contingencia y medir capacidades logísticas con una eventual continuidad operativa para afrontar la eventual situación.
Las universidades deberán preparar brigadas de apoyo a los eventuales damnificados y sumarse a los esfuerzos que se requieran para atender la situación que se presentará, toda vez que los municipios, pese a ser competentes, adolecen de capacidades.
El Estado debe sincerar la situación con inmediatas reformas y conducir responsablemente la respuesta a la emergencia, garantizando mantener, desde ahora, el aprovisionamiento de alimentos y servicios básicos, dejando a un lado el interés político e incorporando cuadros técnicos que orienten las intervenciones.
*Fernando Neyra es Ingeniero Geógrafo y docente de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Es magíster en Economía y Gestión Regional por la Universidad Austral de Chile y doctorando en Ingeniera Ambiental en la Universidad Nacional de Ingeniería.
Es consultor en temas de gestión sostenible del desarrollo, áreas protegidas y planificación territorial. Ha sido director en entidades como el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riesgo, el Ministerio del Ambiente y el Ministerio de Vivienda.