Artículo de Opinión: Recuperar la dignidad de la profesión
Por Rossana Echeandía, Directora de la carrera de Comunicación y Periodismo de la UPC.
Cuando en 2017, durante una visita a nuestra Universidad, nos soltó aquello de que “debemos recuperar la dignidad de la profesión”, a los periodistas y estudiantes de Periodismo que escuchábamos al maestro colombiano Javier Darío Restrepo pudo habernos parecido que exageraba. Pero no; no exageraba ni un poquito.
El último escándalo de la prensa ha tenido como escenario del drama a Der Spiegel, el prestigioso semanario alemán. A su periodista estrella, Claas Relotius, le arrancaron la careta y lo que se ha visto es una cara muy fea, donde ni los ojos habían visto lo que decía que habían visto, ni los oídos habían escuchado las palabras con las que narraba historias que hoy se ha demostrado que no eran periodismo, eran pura ficción.
Premios, reconocimientos, aplausos y los aduladores que rondan cuando la fama asoma convirtieron al periodista comprometido con la verdad en estrella preocupada por no perder su brillo. Ni sus jefes en el periódico ni los supervisores de la información cumplieron su trabajo y ahora se lamentan de haber confiado a ciegas.
Lo único que hasta ahora ha dicho el periodista caído en desgracia es que había actuado así por el “miedo al fracaso” y que “la presión para no fallar fue creciendo a medida que iba teniendo más éxito”, tal como ha informado el diario español El País.
Estamos en tiempos de ‘fake news’ que hacen temblar los cimientos del quehacer periodístico y ponen de moda todo lo malo que se dice del periodismo. Pero no, eso no es periodismo, es solo la caricatura en la que corre el riesgo de convertirse con tanto apuro y falta de rigor.
Como dice otro gran maestro de periodismo, Carlos Soria Sáiz: “El periodismo es la pasión de saber qué pasa en la esfera pública, por qué pasa lo que pasa y qué viene después… es la inteligencia práctica que contribuye a iluminar las sombras maliciosas de la vida pública. Es el intento de mejorar el mundo y no solo de describirlo. Es la pasión de forjar convicciones y de defenderlas con libertad, fortaleza y elegancia”.
No importa cuál sea el soporte, papel o virtual, radio o TV, este periodismo es imprescindible: el periodismo de todos los tiempos más allá del soporte tecnológico que sostenga historias verídicas, difundidas en medios con credibilidad. Vuelvo a citar a Soria, quien señala que “el buen periodismo será siempre el antídoto número uno de la corrupción pública, la tibieza, el conformismo o el aburrimiento social”. ¿Lo necesitamos, verdad?
Malos ejemplos como el de esta historia son útiles para hacernos pisar tierra. A pesar de los Relotius del mundo, sabemos que el periodismo sigue siendo necesario. Pero su futuro, en realidad su presente, exige una mirada desde la ética, una práctica que nos permita recuperar la elevada dignidad de esta apasionante profesión.