Tutoría para el siglo XXI
Dentro de las actividades propias del ser humano, la educación es una de las más importantes y nobles. Se trata de transmitir el “conocimiento acumulado” de la humanidad en sus diversas culturas, así como de generar experiencias de aprendizajes donde el alumno es el principal agente de su formación como persona en interacción con el mundo globalizado que lo rodea.
La humanidad avanza en medio de luces y sombras, buscando generar desarrollo, anhelando una mayor calidad de vida, haciendo de la tierra su “hogar”. De todos los animales, el ser humano es el único consciente de su existencia, así como de su futura desaparición. Ello lo lleva a buscar cómo pasarla bien durante su estadía, cómo trascender más allá de su muerte, dejando un mundo mejor, dándole un sentido altruista a su vida.
Probablemente uno de los aprendizajes más difíciles de aplicar en la propia vida sea llegar a una adecuada estructura y madurez emocional de la personalidad para enfrentar el mundo del siglo XXI. Si bien la familia tiene un rol protagónico en este aprendizaje; junto con ella, la escuela viene a ser la segunda instancia formativa para las personas que luego vivirán en sociedad.
Luego de la familia, la escuela es el espacio en dónde los seres humanos aprenden a desenvolverse, integrando experiencias de aprendizaje significativas, conocen el mundo, las culturas, el legado de la humanidad a través de las diversas materias y dialogan con su “mundo interior” teniendo experiencias que los marcarán de por vida en su identidad personal.
En este proceso formativo, la tutoría es una herramienta fundamental que debe actualizarse constantemente (más en la actualidad, una era de constantes y rápidos cambios), buscando innovar para poder formar personas competentes para el siglo XXI. No es lo mismo ser tutor en la Edad Media ó en los años cincuenta, que ser tutor en la actualidad.
El taller “Aportes para innovar en la tutoría” buscar mirar la laborar tutorial como la actividad que articula las diversas experiencias formativas de la persona de cara a una sociedad moderna, que junto con sus avances es también compleja y muchas veces inhumana; además, busca aportar ideas innovadoras en todo proceso formativo tutorial para lograr una correcta configuración y estructuración de la personalidad para que los alumnos puedan ser felices en las sociedades en las que les toque desenvolverse.
Como educadores tenemos el gran desafío de aportar experiencias de aprendizaje que generen en nuestros alumnos las competencias necesarias para afrontar el gran reto de todo ser humano: ser auténticamente feliz desde que existe hasta que deja de existir. Si la educación no genera sociedades felices y desarrolladas, con mayor calidad de vida, inclusión y salud mental, algo está fallando: debemos innovar para mejorar nuestro sistema educativo.
Dentro de las actividades propias del ser humano, la educación es una de las más importantes y nobles. Se trata de transmitir el “conocimiento acumulado” de la humanidad en sus diversas culturas, así como de generar experiencias de aprendizajes donde el alumno es el principal agente de su formación como persona en interacción con el mundo globalizado que lo rodea.
La humanidad avanza en medio de luces y sombras, buscando generar desarrollo, anhelando una mayor calidad de vida, haciendo de la tierra su “hogar”. De todos los animales, el ser humano es el único consciente de su existencia, así como de su futura desaparición. Ello lo lleva a buscar cómo pasarla bien durante su estadía, cómo trascender más allá de su muerte, dejando un mundo mejor, dándole un sentido altruista a su vida.
Probablemente uno de los aprendizajes más difíciles de aplicar en la propia vida sea llegar a una adecuada estructura y madurez emocional de la personalidad para enfrentar el mundo del siglo XXI. Si bien la familia tiene un rol protagónico en este aprendizaje; junto con ella, la escuela viene a ser la segunda instancia formativa para las personas que luego vivirán en sociedad.
Luego de la familia, la escuela es el espacio en dónde los seres humanos aprenden a desenvolverse, integrando experiencias de aprendizaje significativas, conocen el mundo, las culturas, el legado de la humanidad a través de las diversas materias y dialogan con su “mundo interior” teniendo experiencias que los marcarán de por vida en su identidad personal.
En este proceso formativo, la tutoría es una herramienta fundamental que debe actualizarse constantemente (más en la actualidad, una era de constantes y rápidos cambios), buscando innovar para poder formar personas competentes para el siglo XXI. No es lo mismo ser tutor en la Edad Media ó en los años cincuenta, que ser tutor en la actualidad.
El taller “Aportes para innovar en la tutoría” buscar mirar la laborar tutorial como la actividad que articula las diversas experiencias formativas de la persona de cara a una sociedad moderna, que junto con sus avances es también compleja y muchas veces inhumana; además, busca aportar ideas innovadoras en todo proceso formativo tutorial para lograr una correcta configuración y estructuración de la personalidad para que los alumnos puedan ser felices en las sociedades en las que les toque desenvolverse.
Como educadores tenemos el gran desafío de aportar experiencias de aprendizaje que generen en nuestros alumnos las competencias necesarias para afrontar el gran reto de todo ser humano: ser auténticamente feliz desde que existe hasta que deja de existir. Si la educación no genera sociedades felices y desarrolladas, con mayor calidad de vida, inclusión y salud mental, algo está fallando: debemos innovar para mejorar nuestro sistema educativo.