La indagación en el aula: el desarrollo del pensamiento científico en las clases de ciencias naturales.
Por: Licet Reaño
Los resultados de evaluaciones nacionales (ECE) e internacionales (PISA, TERCE) han sido desalentadores en los últimos tiempos. Lo que sucede en las escuelas y en las aulas, parece ser la razón por la cual, nuestros mejores resultados son equiparables a los rendimientos más bajos de los estudiantes de países que ocupan los primeros lugares. Si bien existen condiciones contextuales diferentes, las respuestas de los maestros ante la pregunta ¿Qué queremos lograr de los niños cuando terminen la escuela? son las mismas: queremos formar ciudadanos curiosos, que comprendan el mundo, que sean críticos con la información que manejan, que disfruten de aprender, que aprendan a pensar.
Nos quedamos con la última frase: ¨que aprendan a pensar¨. Aquí nos cuestionamos, ¿la escuela está enseñando a pensar? Cuando pensamos, ponemos en ejercicio nuestras creencias y las representaciones que tenemos de lo que nos rodea. Cuando pensamos de forma reflexiva, damos pie a la investigación: somos capaces de generar preguntas a partir de la curiosidad, la curiosidad por saber más.
La escuela debe dejar de ser un espacio poco atractivo, donde los chicos creen que estudiar es algo aburrido, algo que se hace para una calificación, por ejemplo. Sin embargo, lo que debe buscar la escuela es contagiar el amor por aprender.
El área de las ciencias naturales es una instancia privilegiada para acercarse al conocimiento y a la comprensión del mundo. Nuestra aproximación a esta materia, ha sido a partir de textos y de hacer experimentos como si fueran recetas. Hemos acumulado conocimiento fáctico que solemos olvidar: nos hemos alejado del verdadero trabajo de un científico.
El aprendizaje por indagación busca que los estudiantes formen una lente para ver el mundo, como lo haría un científico. Supone el desarrollo de habilidades cognitivas de orden superior que les permitirá a los estudiantes tener una mirada diferente del mundo, una postura fundada en el pensamiento reflexivo y en el aprendizaje activo. Propone actividades en las que el alumno es el protagonista: observa, plantea preguntas y experimenta con objetos y fenómenos cercanos. Ellos razonan, discuten, comparten ideas y construyen conocimiento a partir de actividades organizadas en secuencias que guían y que les permite desenvolverse con autonomía. Plantean preguntas, dan explicaciones, realizan investigaciones, registran e interpretan resultados, llegan a conclusiones, comunican resultados, intercambian hallazgos, reflexionan sobre los resultados y plantean nuevas preguntas. Así se logra el desarrollo del pensamiento científico que busca pensar en la ciencia como proceso y no solo como producto (conocimiento). Es una herramienta para “pararse” ante el mundo, que combina componentes cognitivos y socioemocionales como la apertura, la objetividad, la curiosidad, la capacidad de asombro, la flexibilidad, el escepticismo y la capacidad de colaborar y crear con otros.
Regresando a lo planteado al inicio, una de las grandes diferencias entre la acción pedagógica de los países con mejores resultados, es lo que se ofrece dentro de las aulas: la mirada ante el aprendizaje con maestros que disfrutan de aprender con ellos, que los acompañan y que les permiten vivir el aprendizaje.
En el taller La indagación en el aula: el desarrollo del pensamiento científico en las clases de ciencias naturales, brindaremos alcances y herramientas necesarias que le permitirán a los maestros aventurarse en una “nueva” forma de enseñar y aprender.