La mirada inversa: una manera estratégica de abordar el mercado laboral
Por: Fernando Loyola Angeles, autor del libro Diseña tu carrera
Tarde o temprano te tropezarás con alguien – un consultor, un coach, un autor, un mentor – que te invite con fervor a construir tu marca personal: A establecer tu enunciado de posicionamiento, a definir tus ventajas diferenciales, a generar una estrategia para que estés en el top of mind de reclutadores y seleccionadores. Sin marca, tu producto es difuso, indistinto, común: Un genérico. Y sabemos, por la industria farmacéutica, por ejemplo, la diferencia de precio entre un producto genérico y uno “de marca”. No queremos ser un genérico. Jamás.
Todo esto tiene sentido si creemos en la metáfora del mercado laboral tal y como nos la han contado: Nosotros somos el producto, que necesita de una marca fuerte, para posicionarse con ventaja en el anaquel que exhibe a diferentes productos que, como tú, quieren ser elegidos por ese cliente / consumidor, que es la empresa de tus sueños, esa en la que quieres trabajar. Pero ¿qué tal si suspendes por un momento ese supuesto y piensas en el mercado laboral justo al revés de la forma en que te lo han explicado siempre? Hagamos el ejercicio:
- Tú eres el cliente, la persona que está en busca de adquirir un producto, o mejor aún, un servicio: Una experiencia. La experiencia laboral de tu vida.
- Las empresas son los productos, las marcas, que están interesadas en atraer tu atención y así hacer que las elijas, que las prefieras, y te quedes con una de ellas.
- El mercado laboral, el anaquel, está lleno de empresas y no de personas.
Con esta lógica, el poder de cerrar el negocio radica en la persona, a la que se le ha impuesto la etiqueta de “candidato”, para convencerlo de su rol. ¿No es preferible pensar en “empresas candidatas” para tu proyecto de desarrollo profesional? Sólo nos faltaría romper el mayor mito de la metáfora: Nosotros necesitamos a las empresas, y sin ellas no somos nada.
Vivimos un momento interesante en el mundo del trabajo:
- Las “grandes” compañías clásicas empiezan a desaparecer, cediendo su lugar a “nuevos grandes”, más ágiles, livianos, intensos, atrevidos.
- Las iniciativas de emprendimiento se multiplican y se convierten en espacios viables de desarrollo laboral y profesional.
- Los independientes también ganan espacio y cobran valor, siendo convocados y respetados por las empresas.
- Ecosistemas completos de trabajo se generan al margen del gran sistema clásico del trabajo, creando sus propias lógicas y reglas.
- Mitos como el del mártir organizacional (el que más valor tiene es el primero en llegar y el último en irse, sacrificando vida personal en beneficio de la organización), la continuidad como buena señal (un buen trabajador no cambia de centro laboral con frecuencia, la fidelidad se demuestra en años, lustros, décadas), y el desarrollo lineal (el crecimiento es como una escalera recta, la única vía es subir peldaño a peldaño sin apartar la mirada del destino) han pasado de moda o están a punto de caducar.
Y la lista podría continuar. Lo importante es notar que, en este movimiento, son las personas, y no las empresas, las que definen qué es lo que ocurre en este mercado, y sus reglas van modificándose de la misma forma en que se añaden términos nuevos en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española o incluimos emojis dentro de nuestra comunicación cotidiana.
¿Quién gobierna este mercado entonces? Piénsalo bien, y la próxima vez que empieces a diseñar tu estrategia de búsqueda de oportunidades para tu desarrollo profesional, recuerda quién va en el centro: Tú.
Para conocer más sobre la mirada inversa del mercado laboral, te invito a leer “Diseña tu carrera: Una guía para aprovechar las oportunidades del mercado laboral”. Descarga el primer capítulo del libro, aquí: http://dx.doi.org/10.19083/978-612-318-098-0